Benvolguts/des,
l'arquebisbat de Barcelona té un domini propi i això ens porta a situar el blog parroquial a aquesta nova adreça electrónica:
http://mare-de-deu-de-la-salut-de-badalona.blogspot.com.es/
Ens hi trobem. Fins ara.
Parròquia Mare de Déu de la Salut de Badalona
divendres, 31 d’octubre del 2014
dimecres, 20 d’agost del 2014
Camí de Santiago 2014
CAMÍ de SANTIAGO ' 2014
Un grup de la nostra parroquia hem participat en el pelegrinatge diocesà de joves de la diòcesi de Barcelona -organitzada per la Delegació de Pastoral Juvenil- per fer el Cami de Santiago... i així ho hem viscut:
"Caminar, dejarse discipular y anunciar. Tres palabras:
Caminar: ustedes saben que le tengo miedo a los cristianos quietos. Terminan como el agua estancada.
Dejarse discipular: también me dan miedo los que se creen que se las saben todas, los suficientes. Sin darse cuenta van cerrando su corazón al Señor; terminan centrados en sí mismos. Son los cristianos a quienes podríamos llamar cristianos yo conmigo para mí. Nada.
Anunciar, es decir ser misioneros, llevar el nombre, la enseñanza, los gestos de Jesús a los hermanos. El cristiano camina, se hace discípulo y anuncia. No está quieto, sale de sí mismo para anunciar la Buena Nueva de Jesús a los hermanos."
(del Papa Francisco, Del mensaje para el 50 aniversario de la diócesis de Concepción)
TRAM 0: Valença (Portugal) - Tui
TRAM 1: Tui - Redondela
TRAM 2; Redondela - Pontevedra
TRAM 3: Pontevedra - Caldas do Rei
TRAM 4: Caldas do Rei - Padrón
EL ARTE DE CAMINAR:
"Caminar es un arte, porque, si caminamos siempre deprisa, nos cansamos y no podemos llegar al final, al final del camino. Si, por el contrario, nos detenemos y no caminamos, tampoco llegamos al final. Caminar es precisamente el arte de mirar al horizonte, de pensar adónde quiero ir, pero también el de soportar el cansancio del camino. Y muchas veces el camino es difícil, no es fácil. Yo quiero permanecer fiel a este camino, pero no es fácil, oye: hay oscuridad, hay días de oscuridad, incluso días de fracaso, incluso algún día de caída... uno cae, cae... Pero pensad siempre en esto; no hay que temer a los fracasos, no hay que temer a las caídas. En el arte de caminar, lo que importa no es el no caer, sino el no "quedarse caídos". Levantarse pronto, enseguida, y seguir andando. Y esto es bonito: esto es trabajar todos los días, esto es caminar humanamente. Pero también es feo caminar solo; feo y aburrido. Caminar en comunidad, con los amigos, con los que nos quieren: esto nos ayuda, nos ayuda a llegar precisamente a la meta a la que tenemos que llegar."
Papa Francisco (07/06/13)
TRAM 5: Padrón-Santiago de Compostela
Dissabte 2 d'agost: Jornada a Santiago de Compostela
i ara, com deia Jesús:
".. de franc ho heu rebut, doneu-ho també de franc. " (Mt 10,8)
FOTOGRAFIES DE DIFERENTS MOMENTS...
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dimarts, 15 de juliol del 2014
Confirmacions' 2014
CONFIRMACIONS'2014
Rebeu el do de l'Esperit Sant!
IMATGES DE LA CELEBRACIÓ:
https://plus.google.com/photos/106957671431219885667/albums/6035207687959641361
dissabte, 21 de juny del 2014
CORPUS CHRISTI
SOLEMNITAT
DEL COS I DE LA SANG DE CRIST
CORPUS CHRISTI
Del llibre del Deuteronomi : "Recorda't del
Senyor, el
teu Déu,
que et
va fer
sortir de
la terra
d'Egipte, un
lloc d'esclavatge;
que t'ha
fet passar
per aquest
desert immens
i terrible,
infestat de
serps verinoses
i d'escorpins,
una terra
eixuta, sense
aigua, on
per a
tu va
fer saltar
un doll
d'aigua de
la roca
dura, i
t'hi alimentava
amb el
mannà, que
els teus
pares no
coneixien».
De la primera carta de sant Pau als cristians de Corint: "Germans,
el calze
de la
benedicció que
nosaltres beneïm,
no és,
potser, comunió
amb la
sang de
Crist? El
pa que
nosaltres partim,
no és,
potser, comunió
amb el
cos de
Crist? El
pa és
un de
sol. Per
això tots
nosaltres, ni
que siguem
molts, formem
un sol
cos, ja
que tots
participem del
mateix pa."
DE L'EVANGELI SEGONS SANT JOAN
"En
aquell temps
Jesús digué
als jueus:
«Jo sóc
el pa
viu, baixat
del cel.
Qui menja
aquest pa,
viurà per
sempre. Més
encara: El
pa que
jo donaré
és la
meva carn,
perquè doni
vida al
món"
PAN PARA LA PAZ Y LA UNIDAD
● Como un pan eres bueno tú, Jesús,
humilde y comestible como el pan,
sabroso y necesario como el pan,
altruista y entregado como el pan.
● Eres pan de paz, hasta vencer la
discordia,
eres pan de amor, hasta romperte todo,
eres pan de vida, hasta gastarte
entero.
● Llevaremos tu pan a donde hay
luchas:
comed, soldados, y dejad las armas;
llevaremos tu pan a donde hay muerte:
comed, hambrientos, y vivid gozosos;
llevaremos tu pan a donde hay heridas,
abusos, odios, injusticias, frío,
divisiones:
comed, hermanos, acercaos mucho,
cantad unidos himnos amistosos y
fraternos.
● Que los humanos se regalen ramos de olivo y flores,
y que en coro canten;
pués un pan se ofrece para unir a
todos
en comunión, para que seamos uno.
● Comed, es pan de vida;
el que lo come sabrá morir, para que
el otro viva,
y se vaciará a sí mismo,
para que el otro enteramente quepa y lo
penetre,
los dos como uno en comunión dichosa,
que irá creciendo, unos con otros,
unidos,
y tú en todos, Cristo, por siempre.
Caritas Diocesana
Campanya Corpus 2014:
"Mai saps quan la vida et deixarà de somriure"
EL PA DE VIDA
Senyor, vós sou el Pa de Vida,
aliment de la vida eterna que heu sembrat en mi.
M'enriquiu amb la vostra presència i em feu participar del que sou,
perquè cada dia sigui més semblant a vós.
En l'eucaristia ens uniu a vós,
per fer-nos créixer com a fills i filles vostres.
Pa i Vi compartits en un àpat familiar
en el qual tota la humanitat hi té un
lloc.
Ajudeu-me a viure la comunió amb vós
perquè aprengui a viure la comunió amb els altres
tal i com ho feu Jesucrist
amb un predilecció especial pels més febles.
Cáritas constata que la pobreza
cada vez es más extensa,
intensa, crónica y profunda
Homilía íntegra del Papa Francisco
en la solemnidad del Corpus Christi 2014
Las dos mesas - Homilía del Papa Francisco en la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre
de Cristo, ante la basílica de San Juan de Letrán (19-6-2014)
«El Señor, tu Dios, [...] te alimentó con el maná, que tú no conocías» (Dt 8, 2-3).
Estas palabras del Deuteronomio hacen referencia a la historia de Israel, al que Dios hizo salir de Egipto, de la condición de esclavitud, y al que guió durante cuarenta años por el desierto hacia la tierra prometida. Una vez asentado en su tierra, el pueblo elegido alcanza cierta autonomía, cierto bienestar, y corre el peligro de olvidar sus tristes avatares pasados, superados gracias a la intervención de Dios y a su infinita bondad. Entonces las Escrituras exhortan a recordar, a hacer memoria de todo el camino recorrido en el desierto, durante el tiempo de la carestía y del desconsuelo. Es una invitación a volver a lo esencial, a la experiencia de dependencia total de Dios, cuando la supervivencia estaba encomendada a su mano, para que el hombre comprendiera que «no solo de pan vive [...], sino [...] de todo cuanto sale de la boca de Dios» (Dt 8, 3).
Además del hambre física, el hombre lleva en sí otra hambre: un hambre que no puede saciarse con el alimento ordinario. Es hambre de vida, hambre de amor, hambre de eternidad. Y el signo del maná –al igual que toda la experiencia del Éxodo– también contenía en sí misma esta dimensión: era figura de un alimento que satisface esa hambre profunda que existe en el hombre. Jesús nos da ese alimento, es más: es él mismo el pan vivo que da vida al mundo (cf. Jn 6, 51). Su Cuerpo es el verdadero alimento bajo la especie del pan; su Sangre es la verdadera bebida bajo la especie del vino. No es un simple alimento con el que saciar nuestros cuerpos, como el maná; el Cuerpo de Cristo es el pan de los últimos tiempos, capaz de dar vida, y vida eterna, ya que la sustancia de este amor es el Amor.
En la eucaristía se comunica el amor del Señor para con nosotros: un amor tan grande que nos alimenta consigo mismo; un amor gratuito, siempre a disposición de toda persona hambrienta y necesitada de regenerar sus fuerzas. Vivir la experiencia de la fe significa dejarse alimentar por el Señor y construir la propia existencia no sobre los bienes materiales, sino sobre aquello que no perece: los dones de Dios, su Palabra y su Cuerpo.
Si miramos a nuestro alrededor, nos damos cuenta de que hay muchas ofertas de alimento que no proceden del Señor y que, aparentemente, satisfacen más. Algunos se alimentan del dinero, otros del éxito y de la vanidad, otros del poder y del orgullo. ¡Pero el alimento que nos nutre verdaderamente y que nos sacia es solo el que nos da el Señor! El alimento que el Señor nos ofrece es distinto de los demás, y tal vez no nos parezca tan sabroso como ciertas viandas que el mundo nos ofrece. Entonces soñamos con otras comidas, como los judíos en el desierto, que añoraban la carne y las cebollas que comían en Egipto, pero olvidaban que aquellos alimentos los comían en la mesa de la esclavitud. Ellos, en aquellos momentos de tentación, tenían memoria, pero una memoria enferma, una memoria selectiva. Una memoria esclava, no libre.
Hoy, cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿Y yo? ¿Dónde quiero comer? ¿En qué mesa quiero alimentarme? ¿En la mesa del Señor? ¿O sueño con comer alimentos sabrosos, pero en la esclavitud? Además, cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿Cuál es mi memoria? ¿La del Señor que me salva o la del ajo y las cebollas de la esclavitud? ¿Con qué memoria sacio mi alma?
El Padre nos dice: «Te alimenté de maná que tú no conocías». Recuperemos la memoria. Esta es nuestra tarea: recuperar la memoria. Y aprendamos a reconocer el pan falso que engaña y corrompe por ser fruto del egoísmo, de la autosuficiencia y del pecado.
Dentro de poco, en la procesión, seguiremos a Jesús, realmente presente en la eucaristía. La hostia es nuestro maná, mediante el cual el Señor se nos da a sí mismo. A él nos dirigimos con confianza: «Jesús, defiéndenos de las tentaciones del alimento mundanal que nos esclaviza, alimento envenenado; purifica nuestra memoria, para que no permanezca prisionera en una selectividad egoísta y mundana y para que sea memoria viva de tu presencia a lo largo de la historia de tu pueblo, memoria que se convierte en “memorial” de tu gesto de amor redentor. Amén».
HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
Basílica de San Juan de Letrán --- Jueves
23 de junio de 2011
Queridos
hermanos y hermanas:
La
fiesta
del
Corpus
Christi
es
inseparable
del
Jueves
Santo,
de
la
misa
in
Caena
Domini,
en
la
que
se
celebra
solemnemente
la
institución
de
la
Eucaristía.
Mientras
que
en
la
noche
del
Jueves
Santo
se
revive
el
misterio
de
Cristo
que
se
entrega
a
nosotros
en
el
pan
partido
y
en
el
vino
derramado,
hoy,
en
la
celebración
del
Corpus
Christi,
este
mismo
misterio
se
presenta
para
la
adoración
y
la
meditación
del
pueblo
de
Dios,
y
el
Santísimo
Sacramento
se
lleva
en
procesión
por
las
calles
de
la
ciudad
y
de
los
pueblos,
para
manifestar
que
Cristo
resucitado
camina
en
medio
de
nosotros
y
nos
guía
hacia
el
reino
de
los
cielos.
Lo
que
Jesús
nos
dio
en
la
intimidad
del
Cenáculo,
hoy
lo
manifestamos
abiertamente,
porque
el
amor
de
Cristo
no
es
sólo
para
algunos,
sino
que
está
destinado
a
todos.
En
la
misa
in
Caena
Domini
del
pasado
Jueves
Santo
puse
de
relieve
que
en
la
Eucaristía
tiene
lugar
la
conversión
de
los
dones
de
esta
tierra
—el
pan
y
el
vino—,
con
el
fin
de
transformar
nuestra
vida
e
inaugurar
de
esta
forma
la
transformación
del
mundo.
Esta
tarde
quiero
retomar
esta
consideración.
Todo
parte, se podría decir, del corazón de Cristo, que en la Última
Cena, en la víspera de su pasión, dio gracias y alabó a Dios y,
obrando así, con el poder de su amor, transformó el sentido de la
muerte hacia la cual se dirigía. El hecho de que el Sacramento del
altar haya asumido el nombre de «Eucaristía» —«acción de
gracias»— expresa precisamente esto: que la conversión de la
sustancia del pan y del vino en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo es
fruto de la entrega que Cristo hizo de sí mismo, donación de un
Amor más fuerte que la muerte, Amor divino que lo hizo resucitar de
entre los muertos. Esta es la razón por la que la Eucaristía es
alimento de vida eterna, Pan de vida. Del corazón de Cristo, de su
«oración eucarística» en la víspera de la pasión, brota el
dinamismo que transforma la realidad en sus dimensiones cósmica,
humana e histórica. Todo viene de Dios, de la omnipotencia de su
Amor uno y trino, encarnada en Jesús. En este Amor está inmerso el
corazón de Cristo; por esta razón él sabe dar gracias y alabar a
Dios incluso ante la traición y la violencia, y de esta forma cambia
las cosas, las personas y el mundo.
Esta
transformación es posible gracias a una comunión más fuerte que la
división: la comunión de Dios mismo. La palabra «comunión», que
usamos también para designar la Eucaristía, resume en sí misma la
dimensión vertical y la dimensión horizontal del don de Cristo. Es
bella y muy elocuente la expresión «recibir la comunión» referida
al acto de comer el Pan eucarístico. Cuando realizamos este acto,
entramos en comunión con la vida misma de Jesús, en el dinamismo de
esta vida que se dona a nosotros y por nosotros. Desde Dios, a través
de Jesús, hasta nosotros: se transmite una única comunión en la
santa Eucaristía. Lo escuchamos hace un momento, en la segunda
lectura, de las palabras del apóstol san Pablo dirigidas a los
cristianos de Corinto: «El cáliz de la bendición que bendecimos,
¿no es comunión de la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no
es comunión del cuerpo de Cristo? Porque el pan es uno, nosotros,
siendo muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos comemos del mismo
pan» (1 Co 10, 16-17).
San
Agustín nos ayuda a comprender la dinámica de la comunión
eucarística cuando hace referencia a una especie de visión que
tuvo, en la cual Jesús le dijo: «Manjar soy de grandes: crece y me
comerás. Ni tú me mudarás en ti como al manjar de tu carne, sino
tú te mudarás en mí» (Confesiones VII, 10, 18). Por eso, mientras
que el alimento corporal es asimilado por nuestro organismo y
contribuye a su sustento, en el caso de la Eucaristía se trata de un
Pan diferente: no somos nosotros quienes lo asimilamos, sino él nos
asimila a sí, para llegar de este modo a ser como Jesucristo,
miembros de su cuerpo, una cosa sola con él. Esta transformación es
decisiva. Precisamente porque es Cristo quien, en la comunión
eucarística, nos transforma en él; nuestra individualidad, en este
encuentro, se abre, se libera de su egocentrismo y se inserta en la
Persona de Jesús, que a su vez está inmersa en la comunión
trinitaria. De este modo, la Eucaristía, mientras nos une a Cristo,
nos abre también a los demás, nos hace miembros los unos de los
otros: ya no estamos divididos, sino que somos uno en él. La
comunión eucarística me une a la persona que tengo a mi lado, y con
la cual tal vez ni siquiera tengo una buena relación, y también a
los hermanos lejanos, en todas las partes del mundo. De aquí, de la
Eucaristía, deriva, por tanto, el sentido profundo de la presencia
social de la Iglesia, come lo testimonian los grandes santos
sociales, que han sido siempre grandes almas eucarísticas. Quien
reconoce a Jesús en la Hostia santa, lo reconoce en el hermano que
sufre, que tiene hambre y sed, que es extranjero, que está desnudo,
enfermo o en la cárcel; y está atento a cada persona, se
compromete, de forma concreta, en favor de todos aquellos que padecen
necesidad. Del don de amor de Cristo proviene, por tanto, nuestra
responsabilidad especial de cristianos en la construcción de una
sociedad solidaria, justa y fraterna. Especialmente en nuestro
tiempo, en el que la globalización nos hace cada vez más
dependientes unos de otros, el cristianismo puede y debe hacer que
esta unidad no se construya sin Dios, es decir, sin el amor
verdadero, ya que se dejaría espacio a la confusión, al
individualismo, a los atropellos de todos contra todos. El Evangelio
desde siempre mira a la unidad de la familia humana, una unidad que
no se impone desde fuera, ni por intereses ideológicos o económicos,
sino a partir del sentido de responsabilidad de los unos hacia los
otros, porque nos reconocemos miembros de un mismo cuerpo, del cuerpo
de Cristo, porque hemos aprendido y aprendemos constantemente del
Sacramento del altar que el gesto de compartir, el amor, es el camino
de la verdadera justicia.
Volvamos
ahora al gesto de Jesús en la Última Cena. ¿Qué sucedió en ese
momento? Cuando él dijo: Este es mi cuerpo entregado por vosotros;
esta es mi sangre derramada por vosotros y por muchos, ¿qué fue lo
que sucedió? Con ese gesto, Jesús anticipa el acontecimiento del
Calvario. Él acepta toda la Pasión por amor, con su sufrimiento y
su violencia, hasta la muerte en cruz. Aceptando la muerte de esta
forma la transforma en un acto de donación. Esta es la
transformación que necesita el mundo, porque lo redime desde dentro,
lo abre a las dimensiones del reino de los cielos. Pero Dios quiere
realizar esta renovación del mundo a través del mismo camino que
siguió Cristo, más aún, el camino que es él mismo. No hay nada de
mágico en el cristianismo. No hay atajos, sino que todo pasa a
través de la lógica humilde y paciente del grano de trigo que muere
para dar vida, la lógica de la fe que mueve montañas con la fuerza
apacible de Dios. Por esto Dios quiere seguir renovando a la
humanidad, la historia y el cosmos a través de esta cadena de
transformaciones, de la cual la Eucaristía es el sacramento.
Mediante el pan y el vino consagrados, en los que está realmente
presente su Cuerpo y su Sangre, Cristo nos transforma, asimilándonos
a él: nos implica en su obra de redención, haciéndonos capaces,
por la gracia del Espíritu Santo, de vivir según su misma lógica
de entrega, como granos de trigo unidos a él y en él. Así se
siembran y van madurando en los surcos de la historia la unidad y la
paz, que son el fin al que tendemos, según el designio de Dios.
Caminamos
por los senderos del mundo sin espejismos, sin utopías ideológicas,
llevando dentro de nosotros el Cuerpo del Señor, como la Virgen
María en el misterio de la Visitación. Con la humildad de sabernos
simples granos de trigo, tenemos la firma certeza de que el amor de
Dios, encarnado en Cristo, es más fuerte que el mal, que la
violencia y que la muerte. Sabemos que Dios prepara para todos los
hombres cielos nuevos y una tierra nueva, donde reinan la paz y la
justicia; y en la fe entrevemos el mundo nuevo, que es nuestra patria
verdadera. También esta tarde, mientras se pone el sol sobre nuestra
querida ciudad de Roma, nosotros nos ponemos en camino: con nosotros
está Jesús Eucaristía, el Resucitado, que dijo: «Yo estoy con
vosotros todos los días, hasta el fin de los tiempos» (Mt 28, 21).
¡Gracias, Señor Jesús! Gracias por tu fidelidad, que sostiene
nuestra esperanza. Quédate con nosotros, porque ya es de noche.
«Buen pastor, pan verdadero, oh Jesús, piedad de nosotros:
aliméntanos, defiéndenos, llévanos a los bienes eternos en la
tierra de los vivos». Amén.
divendres, 13 de juny del 2014
Pentecosta'2014
PENTECOSTA'2014
Veniu Esperit Sant!
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles
Al llegar el día de Pentecostés,
estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del
cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se
encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se
repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de
Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno
en la lengua que el Espíritu le sugería.
Se encontraban entonces en Jerusalén
judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido,
acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía
hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban:
- ¿No son galileos todos esos que
están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar
en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y
elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto
y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia
que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos
o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos
hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.
Lectura de la primera carta de sant Pau als cristians de Corint
Germans, ningú no pot confessar que
Jesús és el Senyor si no és per un do de l'Esperit Sant. Els dons
que rebem són diversos, però l'Esperit que els distribueix és un
de sol. Són diversos els serveis, però és un de sol el Senyor a
qui servim. Són diversos els miracles, però tots són obra d'un sol
Déu que els fa valent-se de cadascun de nosaltres. Les
manifestacions de l'Esperit distribuïdes a cadascú són en bé de
tots.
Perquè el Crist és com el cos humà:
és un, encara que tingui molts membres, ja que tots els membres, ni
que siguin molts, formen un sol cos. Tots nosaltres, jueus o grecs,
esclaus o lliures, hem estat batejats en un sol Esperit per formar un
sol cos, i a tots ens ha estat donat com a beguda el mateix Esperit.
Lectura de l'evangeli segons sant Joan
El vespre d'aquell mateix diumenge, els
deixebles eren a casa amb les portes tancades per por dels jueus.
Jesús entrà, es posà al mig i els digué: «Pau a vosaltres».
Després els ensenyà les mans i el costat. Els deixebles s'alegraren
de veure el Senyor. Ell els tornà a dir: «Pau a vosaltres. Com el
Pare m'ha enviat a mi, també jo us envio a vosaltres». Llavors
alenà damunt d'ells i els digué: «Rebeu l'Esperit Sant. A tots
aquells a qui perdonareu els pecats, els quedaran perdonats, però
mentre no els perdoneu, quedaran sense perdó».
VIVIR SEGÚN EL ESPÍRITU SANTO
Vivir según el Espíritu Santo, es
difícil.
Vivir con el Espíritu Santo, no lo es
tanto.
Es bueno pensar que, El,
nos acompaña aunque no nos demos
cuenta;
nos habla, aunque no lo escuchemos;
nos conduce, aunque acabemos eligiendo
el camino contrario;
nos transforma, aunque pensemos que,
todo, es obra nuestra.
VIVIR PENTECOSTÉS
es pedirle a Dios, que nos ayude a
construir
la gran familia de la Iglesia
es orar a Dios, para sacar de cada uno
lo mejor de nosotros mismos
es leer la Palabra y pensar: “esto lo
dice Jesús para mí”
es comer la Eucaristía,
y sentir el milagro de la presencia
real de Cristo
es rezar, y palpar –con escalofríos-
el rostro de un Dios que nos ama.
¡PENTECOSTÉS ES EL DIOS
INVISIBLE!
El Dios que camina hasta el día en que
nos llame a su presencia
El Dios que nos da nuevos bríos e
ilusiones
El Dios que nos levanta, cuando caemos
El Dios que nos une, cuando estamos
dispersos
El Dios que nos atrae, cuando nos
divorciamos de El
¡PENTECOSTÉS ES EL DIOS DE LA
BRISA!
El Dios que nos rodea con su silencio
El Dios que nos indica con su consejo
El Dios que nos alza con su fortaleza
El Dios que nos hace grandes con su
sabiduría
El Dios que nos hace felices con su
entendimiento
El Dios que nos hace reflexivos con su
santo temor
El Dios que nos hace comprometidos, con
el don de piedad
El Dios que nos hace expertos, por el
don de la ciencia
Pentecostés, entre otras cosas, es
valorar, vivir,
comprender y estar orgullosos de
todo lo que nos prometió Jesús de
Nazaret.
¿Cómo? Dejándonos guiar por su
Espíritu.
Et demanem Senyor el teu Esperit:
Perquè sense l'Esperit
Tu esdevens llunyà,
Crist un fet del passat,
l'Evangeli es lletra morta,
l'Esglèsia una simple organització,
l'autoritat un despotisme,
la missió una propaganda,
el culte un simple record,
i el compromís cristià, una moral
d'esclaus.
Dóna'ns, Senyor el teu Esperit
que ens faci sortir de nosaltres
mateixos
per construir el teu Regne.
Que ens porti a viure
des de la gratuitat i la generositat,
des de la tolerància i la fraternitat.
Gràcies, Senyor.
TIEMPO DEL ESPÍRITU
No es hora del miedo y la soledad.
No es el tiempo de la dispersión.
No es el momento de hacer los caminos
en solitario.
No es la época de la uniformidad.
No es el instante de la pregunta sin
salida.
No son los días de desesperar.
Es la hora del Espíritu. Es la hora de
la comunión.
Es el tiempo de la verdad. Es la
llegada de la libertad.
Es la hora de quienes tienen oídos
para oír.
Es la hora de quienes, tienen el
corazón de carne y no de piedra.
Es el tiempo de los que adoran en
Espíritu y Verdad.
Es el tiempo de los que creen y
esperan.
Es el tiempo para los que se quieren
hacer nuevos.
Es el tiempo para los que quieren hacer
lo nuevo.
Es ahora cuando todo es posible.
Es ahora cuando el Reino está en
marcha.
Es ahora cuando merece la pena no
volverse atrás.
Es ahora cuando podemos darnos la mano.
Es ahora cuando su voz grita.
Es ahora cuando los profetas tienen que
gritar.
Es ahora cuando los miedosos no tienen
nada que hacer.
Es ahora cuando nuestra fuerza es el
Señor.
Es ahora cuando el Espíritu del Señor
está sobre nosotros.
Es ahora el tiempo del Espíritu.
Es ahora cuando los creyentes podemos
proclamar:
“Me ha enviado a proclamar la paz y
la alegría”.
ROMIATGE a LOURDES '2014
ROMIATGE a LURDES
De l'1 al 4 de maig vam fer un romiatge parroquial a Lurdes.
Han estat uns dies de pregària i de convivència.
Aquí en recollim alguns moments:
https://plus.google.com/photos/110054254809778157781/albums/6024002212352156945?authkey=CP-BuoSl4ObzRA
dimarts, 22 d’abril del 2014
Pasqua de Resurrecció 2014
DE L'EVANGELI SEGONS SANT MATEU (Mt 28, 5-7)
L'àngel digué a les dones:
-No tingueu por, vosaltres.
Sé que busqueu Jesús, el crucificat.
No és aquí: ha ressuscitat, tal com va dir.
Veniu, mireu el lloc on havia estat posat.
Aneu de seguida a dir als seus deixebles:
"Ha ressuscitat d'entre els morts,
i ara va davant vostre a Galilea. Allà el veureu."
DEL EVANGELIO SEGÚN SANT MATEO
El ángel dijo a las mujeres:–No os asustéis. Sé que estáis buscando a Jesús, el crucificado, pero no está aquí; ha resucitado, como dijo. Venid a ver el lugar donde lo pusieron. Id aprisa y decid a sus discípulos: ‘Ha resucitado y va a ir a Galilea antes que vosotros. Allí le veréis.’ (Mt 28, 5-7)
Christus surrexit
复 活节快乐
المسيح قم حقا قا م
Cristo e' risorto
复 活节快乐
المسيح قم حقا قا م
Cristo e' risorto
E' veramente risorto,
Χριστο'ς Ανεστη Αληθως Ανεστι.
REALMENT
Χριστο'ς Ανεστη Αληθως Ανεστι.
REALMENT
CRIST HA RESSUSCITAT.
AL·LELUIA. BONA PASQUA
خوش ایسٹر
हैप्पी ईस्टर मसीह बढ़ी है
AL·LELUIA. BONA PASQUA
خوش ایسٹر
हैप्पी ईस्टर मसीह बढ़ी है
Homilía del
Papa Francisco en la Vigilia Pascual
"Volver a
Galilea",
al momento en el que los ojos de Jesús
se cruzaron con los nuestros
El Evangelio de la resurrección de
Jesucristo comienza con el ir de las mujeres hacia el sepulcro,
temprano en la mañana del día después del sábado. Se dirigen
a la tumba, para honrar el cuerpo del Señor, pero la encuentran
abierta y vacía. Un ángel poderoso les dice: «Vosotras no
temáis», y les manda llevar la noticia a los discípulos: «Ha
resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a
Galilea» . Las mujeres se marcharon a toda prisa y, durante el
camino, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «No temáis:
id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».
No tengais miedo, no temais, no temais. Es la voz que anima a abrir
el corazón para recibir este anuncia porque después de la muerte
del Maestro, los discípulos se habían dispersado; su fe se
deshizo, todo parecía que había terminado, derrumbadas las
certezas, muertas las esperanzas. Pero entonces, aquel anuncio de las
mujeres, aunque increíble, se presentó como un rayo de luz en la
oscuridad. La noticia se difundió: Jesús ha resucitado, como
había dicho... Y también el mandato de ir a Galilea; las mujeres
lo habían oído por dos veces, primero del ángel, después de
Jesús mismo: «Que vayan a Galilea; allí me verán». No temáis
e id a Galilea. Galilea es el lugar de la primera llamada, donde todo
empezó. Volver al lugar de la primera llamada. Volver allí,
volver al lugar de la primera llamada. Jesús pasó por la orilla
del lago, mientras los pescadores estaban arreglando las redes. Los
llamó, y ellos lo dejaron todo y lo siguieron.
Volver a Galilea quiere decir releer
todo a partir de la cruz y de la victoria. Sin miedo, no temais.
Releer todo: la predicación, los milagros, la nueva comunidad, los
entusiasmos y las defecciones, hasta la traición; releer todo a
partir del final, que es un nuevo comienzo, de este acto supremo de
amor.
También para cada uno de nosotros hay
una «Galilea» en el comienzo del camino con Jesús. «Ir a
Galilea» tiene un significado bonito, significa para nosotros
redescubrir nuestro bautismo como fuente viva, sacar energías
nuevas de la raíz de nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana.
Volver a Galilea significa sobre todo volver allí, a ese punto
incandescente en que la gracia de Dios me tocó al comienzo del
camino. Con esta chispa puedo encender el fuego para el hoy, para
cada día, y llevar calor y luz a mis hermanos y hermanas. Con esta
chispa se enciende una alegría humilde, una alegría que no ofende
el dolor y la desesperación, una alegría buena y serena.
En la vida del cristiano, después del
bautismo, hay otra Galilea, hay también una «Galilea» más
existencial: la experiencia del encuentro personal con Jesucristo,
que me ha llamado a seguirlo y participar en su misión. En este
sentido, volver a Galilea significa custodiar en el corazón la
memoria viva de esta llamada, cuando Jesús pasó por mi camino, me
miró con misericordia, me pidió de seguirlo; ir a Galilea
significa recuperar la memoria de aquel momento en el que sus ojos se
cruzaron con los míos, el momento en que me hizo sentir que me
amaba.
Hoy, en esta noche, cada uno de
nosotros puede preguntarse: ¿Cuál es mi Galilea? Hacer memoria, ir
atrás ¿Dónde está mi Galilea? ¿La recuerdo? ¿La he olvidado?
Búscala y la encontrarás, allí te espera el Señor. He andado por
caminos y senderos que me la han hecho olvidar. Señor, ayúdame:
dime cuál es mi Galilea; sabes, yo quiero volver allí para
encontrarte y dejarme abrazar por tu misericordia. No tener miedo, no
temer. Volved a Galilea.
El evangelio de Pascua es claro: es
necesario volver allí, para ver a Jesús resucitado, y convertirse
en testigos de su resurrección. No es un volver atrás, no es una
nostalgia. Es volver al primer amor, para recibir el fuego que Jesús
ha encendido en el mundo, y llevarlo a todos, a todos los extremos de
la tierra.
«Galilea de los gentiles»: horizonte
del Resucitado, horizonte de la Iglesia; deseo intenso de
encuentro... ¡Pongámonos en camino!
CIUDAD DEL VATICANO, 19 de abril de
2014.
MÉS FOTOGRAFIES:
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