dimarts, 28 de maig del 2013

Santíssima Trinitat ' 2013

FESTA DE LA SANTÍSSIMA TRINITAT
- CICLE C -















DEL LLIBRE DELS PROVERBIS
"Això diu la Saviesa de Déu:
- De molt abans de començar les seves obres
el Senyor m'infantà com a primícia
           de tot el que ha fet." (...)
"..jo era al seu costat [del Senyor]
         com un deixeble preferit,
   feia les seves delicies cada dia,
  jusgava continuament a la seva presencia,
         jugaba per tota la terra,
  i compartia amb la humanitat les meves delícies."
                                                   (Pr 8 22-31)






SALM 8
"Quan miro al cel que han creat les mans vostres,
la lluna i els estels que hi heu posat.
Jo dic: ¿què és l'ésser humà perquè us en recordeu?
¿Què és un mortal perquè li doneu autoritat?"






DE LA CARTA DE SANT PAU
ALS CRISTIANS DE ROMA
"Sabem que la tribulació engendra paciència;
la paciència, virtut provada;
 la virtut provada, esperança.
  I l'esperança no enganya,
 perquè Déu, donant-nos l'Esperit Sant,
 ha vessat el seu amor en els nostres cors."
                             (Rm 5, 1-5)





DE L'EVANGELI SEGONS SANT JOAN
"Quan vingui l'Esperit de la veritat,
 us conduirà cap a la veritat sencera."   (Jn 16, 12-15)













UNA ANTIGUA LEYENDA:
Dice la leyenda que una vez San Agustín paseaba por la orilla del mar, dándole vueltas en su cabeza a muchas de las doctrinas sobre la realidad de Dios, una de ellas la doctrina de la Trinidad. De repente, alza la vista y ve a un hermoso niño, que está jugando en la arena, a la orilla del mar. Le observa más de cerca y ve que el niño corre hacia el mar, llena el cubo de agua del mar, y vuelve donde estaba antes y vacía el agua en un hoyo. Así el niño lo hace una y otra vez. Hasta que ya San Agustín, sumido en gran curiosidad se acerca al niño y le pregunta: : "Oye, niño, ¿ qué haces ?." Y el niño le responde: "Estoy sacando todo el agua del mar y la voy a poner en este hoyo". Y San Agustín dice: "Pero, eso es imposible". Y el niño responde: "Más imposible es tratar de hacer lo que tú estas haciendo: Tratar de comprender en tu mente pequeña el misterio de Dios".





Senyor, mireu les nostres mans

que volen construir

una societat més humana

on la vida de tots sigui possible.

Mireu les nostres mans

que s'uneixen i desitgen construir

des del diàleg i la comunió,

un món més evangèlic.

Mireu les nostres mans

que volen fer possible

la honestedat i la sinceritat

en l'estudi o el treball.

Mireu les nostres mans

que volen fer de les nostres famílies

un testimoni d'unió i pau.

Senyor, vós ens coneixeu

perquè ens heu creat.

I per això posem les nostres mans

en les vostres mans,

per tal que des d'una pregària confiada

ens transformeu

i així el vostre amor

arribi a tots els qui estan al nostre costat.






Padre, Hijo y Espíritu Santo, Dios de la Vida

Dios de Bondad y Misericordia

Señor del Amor.

Tú eres amistad, comunidad y familia.

Tú nos enseñas a vivir en la unidad

y a comunicar el amor

Tú presencia

hace crecer la vida en Comunidad,

como buenos amigos,

como hermanos y hermanas.

Haz de nosotros

mensajeros de esperanza.

Haz de nosotros constructores

de paz en la justicia.

Haz de nosotros testigos

de tu amor en la comunidad.

Ilumina nuestro corazón

para que tu vida de Dios

sea la vida del ser humano,

de todos los hombres y mujeres.






Se ha dicho que la Trinidad es la mejor comunidad ".  
La comunidad cristiana pide que cada uno de nosotros,
    se abra, se vuelva, y se dé enteramente al otro
          sin dejar de ser uno mismo. 
Como las personas de la Trinidad. 
Esto es lo que se nos exige como discípulos de Jesús,
           hijos del Padre, por la fuerza del Espíritu. 
Partiendo de la Trinidad como modelo de comunidad,
      nace un nuevo modelo de Iglesia: La Iglesia Familia.
Y un modelo de sociedad y de economía:
Una sociedad y una economía de COMUNIÓN,
sin marginaciones, sin empobrecidos,
 sin injusticias o opresiones.
Una sociedad EN VERDAD fraterna, y digna
          para todos y todas.


diumenge, 19 de maig del 2013

Diumenge de Pentecosta

 
DIUMENGE DE PENTECOSTA



VENIU ESPERIT SANT!!!









"Tots quedaren plens de l'Esperit Sant
    i començaren a expressar-se." (Fets 2, 1-11)


"Quan envieu el vostre alè, Senyor,
     renoveu la vida sobre la terra." (Sl 103)

"Ningú no pot confessar que Jesús es el Senyor
              si no és per un do de l'Esperit Sant.
  Els dons de l'Esperit són diversos,
   però l'Esperit que els distribueix
            és un de sol."  (...)
"Les manifestacions de l'Esperit
     distribuïdes a cadascú
       són en bé de tots."   (1Co 12,3b-7.12-13)








"Llavors alenà damunt d'ells i els digué:
- Rebeu l'Esperit Sant.
A tots aquells a qui perdoneu els pecats,
         els quedaran perdonats,
però mentre no els perdoneu,
        quedaran sense perdó." (Jn 20, 19-23)




Luz de Dios,

disipa la tiniebla de mis dudas y guíame.

Fuego de Dios,

derrite el hielo de mi indiferencia y abrásame.

Torrente de Dios,

fecunda los desiertos de mi vida y renuévame.

Fuerza de Dios,

rompe las cadenas de mis esclavitudes y libérame.

Alegría de Dios,

aleja los fantasmas de mis miedos y confórtame.

Aliento de Dios,

despliega las alas de mi espíritu y lánzame.

Vida de Dios,

destruye las sombras de mi muerte y resucítame.





Ven Espíritu Santo

y renueva nuestra fuerza

y nuestro amor.

Ven y graba en nuestro corazón

las palabras de Jesús.

Ven con toda tu fuerza!

Ven con todo tu amor!

Ven con toda tu luz!

Ven con toda tu sabiduría!

Ven como viniste

el día de Pentecostés!

Aleja nuestra cobardía,

nuestras divisiones,

nuestros egoísmos y injusticias.

Y haznos testimonios de tu Resurrección,

luchando contra cualquier opresión,

para que libres y en paz,

construyamos tu Reino Nuevo. Gracias Señor.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Abrirse a la novedad del Espíritu Santo
Homilía del papa en la Jornada con los movimientos
Por Francisco papa
CIUDAD DEL VATICANO, 19 de mayo de 2013
 Durante la Jornada con los movimientos, las nuevas comunidades, las asociaciones y las organizaciones laicales, celebrada hoy en la plaza de san Pedro, el papa Francisco presidió la misa por la solemnidad de Pentecostés,

Texto íntegro de su homilía.
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Queridos hermanos y hermanas:

En este día, contemplamos y revivimos en la liturgia la efusión del Espíritu Santo que Cristo resucitado derramó sobre la Iglesia, un acontecimiento de gracia que ha desbordado el cenáculo de Jerusalén para difundirse por todo el mundo.
Pero, ¿qué sucedió en aquel día tan lejano a nosotros, y sin embargo, tan cercano, que llega adentro de nuestro corazón? San Lucas nos da la respuesta en el texto de los Hechos de los Apóstoles que hemos escuchado (2,1-11). El evangelista nos lleva hasta Jerusalén, al piso superior de la casa donde están reunidos los Apóstoles. El primer elemento que nos llama la atención es el estruendo que de repente vino del cielo, «como de viento que sopla fuertemente», y llenó toda la casa; luego, las «lenguas como llamaradas», que se dividían y se posaban encima de cada uno de los Apóstoles. Estruendo y lenguas de fuego son signos claros y concretos que tocan a los Apóstoles, no sólo exteriormente, sino también en su interior: en su mente y en su corazón. Como consecuencia, «se llenaron todos de Espíritu Santo», que desencadenó su fuerza irresistible, con resultados llamativos: «Empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse». Asistimos, entonces, a una situación totalmente sorprendente: una multitud se congrega y queda admirada porque cada uno oye hablar a los Apóstoles en su propia lengua. Todos experimentan algo nuevo, que nunca había sucedido: «Los oímos hablar en nuestra lengua nativa». ¿Y de qué hablaban? «De las grandezas de Dios».

A la luz de este texto de los Hechos de los Apóstolesdeseo reflexionar sobre tres palabras relacionadas con la acción del Espíritu: novedad, armonía, misión.

1. La novedad nos da siempre un poco de miedo, porque nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control, si somos nosotros los que construimos, programamos, planificamos nuestra vida, según nuestros esquemas, seguridades, gustos. Y esto nos sucede también con Dios. Con frecuencia lo seguimos, lo acogemos, pero hasta un cierto punto; nos resulta difícil abandonarnos a Él con total confianza, dejando que el Espíritu Santo anime, guíe nuestra vida, en todas las decisiones; tenemos miedo a que Dios nos lleve por caminos nuevos, nos saque de nuestros horizontes con frecuencia limitados, cerrados, egoístas, para abrirnos a los suyos. Pero, en toda la historia de la salvación, cuando Dios se revela, aparece su novedad - Dios ofrece siempre novedad -, trasforma y pide confianza total en Él: Noé, del que todos se ríen, construye un arca y se salva; Abrahán abandona su tierra, aferrado únicamente a una promesa; Moisés se enfrenta al poder del faraón y conduce al pueblo a la libertad; los Apóstoles, de temerosos y encerrados en el cenáculo, salen con valentía para anunciar el Evangelio. No es la novedad por la novedad, la búsqueda de lo nuevo para salir del aburrimiento, como sucede con frecuencia en nuestro tiempo. La novedad que Dios trae a nuestra vida es lo que verdaderamente nos realiza, lo que nos da la verdadera alegría, la verdadera serenidad, porque Dios nos ama y siempre quiere nuestro bien. Preguntémonos hoy: ¿Estamos abiertos a las “sorpresas de Dios”? ¿O nos encerramos, con miedo, a la novedad del Espíritu Santo? ¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos atrincheramos en estructuras caducas, que han perdido la capacidad de respuesta? Nos hará bien hacernos estas preguntas durante toda la jornada.

2. Una segunda idea: el Espíritu Santo, aparentemente, crea desorden en el Iglesia, porque produce diversidad de carismas, de dones; sin embargo, bajo su acción, todo esto es una gran riqueza, porque el Espíritu Santo es el Espíritu de unidad, que no significa uniformidad, sino reconducir todo a la armonía. En la Iglesia, la armonía la hace el Espíritu Santo. Un Padre de la Iglesia tiene una expresión que me gusta mucho: el Espíritu Santo “ipse harmonia est”. Él es precisamente la armonía. Sólo Él puede suscitar la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, realizar la unidad. En cambio, cuando somos nosotros los que pretendemos la diversidad y nos encerramos en nuestros particularismos, en nuestros exclusivismos, provocamos la división; y cuando somos nosotros los que queremos construir la unidad con nuestros planes humanos, terminamos por imponer la uniformidad, la homologación. Si, por el contrario, nos dejamos guiar por el Espíritu, la riqueza, la variedad, la diversidad nunca provocan conflicto, porque Él nos impulsa a vivir la variedad en la comunión de la Iglesia. Caminar juntos en la Iglesia, guiados por los Pastores, que tienen un especial carisma y ministerio, es signo de la acción del Espíritu Santo; la eclesialidad es una característica fundamental para los cristianos, para cada comunidad, para todo movimiento. La Iglesia es quien me trae a Cristo y me lleva a Cristo; los caminos paralelos son muy peligrosos. Cuando nos aventuramos a ir más allá (proagon) de la doctrina y de la Comunidad eclesial – dice el Apóstol Juan en la segunda lectura -  y no permanecemos en ellas, no estamos unidos al Dios de Jesucristo (cf. 2Jn 1,9). Así, pues, preguntémonos: ¿Estoy abierto a la armonía del Espíritu Santo, superando todo exclusivismo? ¿Me dejo guiar por Él viviendo en la Iglesia y con la Iglesia?

3. El último punto. Los teólogos antiguos decían: el alma es una especie de barca de vela; el Espíritu Santo es el viento que sopla la vela para hacerla avanzar; la fuerza y el ímpetu del viento son los dones del Espíritu. Sin su fuerza, sin su gracia, no iríamos adelante. El Espíritu Santo nos introduce en el misterio del Dios vivo, y nos salvaguarda del peligro de una Iglesia gnóstica y de una Iglesia autorreferencial, cerrada en su recinto; nos impulsa a abrir las puertas para salir, para anunciar y dar testimonio de la bondad del Evangelio, para comunicar el gozo de la fe, del encuentro con Cristo. El Espíritu Santo es el alma de la misión. Lo que sucedió en Jerusalén hace casi dos mil años no es un hecho lejano, es algo que llega hasta nosotros, que cada uno de nosotros podemos experimentar. El Pentecostés del cenáculo de Jerusalén es el inicio, un inicio que se prolonga. El Espíritu Santo es el don por excelencia de Cristo resucitado a sus Apóstoles, pero Él quiere que llegue a todos. Jesús, como hemos escuchado en el Evangelio, dice: «Yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros» (Jn 14,16). Es el Espíritu Paráclito, el «Consolador», que da el valor para recorrer los caminos del mundo llevando el Evangelio. El Espíritu Santo nos muestra el horizonte y nos impulsa a las periferias existenciales para anunciar la vida de Jesucristo. Preguntémonos si tenemos la tendencia a cerrarnos en nosotros mismos, en nuestro grupo, o si dejamos que el Espíritu Santo nos conduzca a la misión. Recordemos hoy estas tres palabras: novedad, armonía, misión.

La liturgia de hoy es una gran oración, que la Iglesia con Jesús eleva al Padre, para que renueve la efusión del Espíritu Santo. Que cada uno de nosotros, cada grupo, cada movimiento, en la armonía de la Iglesia, se dirija al Padre para pedirle este don. También hoy, como en su nacimiento, junto con María, la Iglesia invoca: «Veni Sancte Spiritus! – Ven, Espíritu Santo, llena el corazón de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor». Amén.
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