...per a la meditació personal.
1- Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (cfr. 2 Cor 8, 9)
1- Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (cfr. 2 Cor 8, 9)
MENSAJE
DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA
CUARESMA 2014
ENLLAÇ:
2- UNA
OPORTUNIDAD
PARA LA VIDA
CUARESMA'2014
Vivimos
la Cuaresma como un tiempo de "penitencia" y
"conversión"... tiempo de AYUNO (austeridad), LIMOSNA
(solidaridad), y ORACIÓN (interioridad). Un tiempo de
"mortificación", revisión personal y comunitaria. Pero
hay algo más. Dos son los elementos que pueden "configurar"
nuestra Cuaresma 2014:
1-
El tiempo en que vivimos, en el que la crisis ofrece ya bastantes
dosis de "ayuno" y "penitencia", forzados por las
circunstancias, tal como hace mucho tiempo no vivíamos. No acabamos
de salir del callejón a pesar de los buenos augurios, forzados
muchas veces por la propaganda política. De hecho, son muchas las
familias que viven en la angustia de una situación precaria y muchos
los que nos vemos forzados a cambiar de ritmo de vida, dejando de
consumir lo que antes consumíamos. Y a ello se añade la
incertidumbre del futuro, la confusión de los valores, los
interrogantes por un presente que no está claro en muchos niveles,
personales y colectivos.
2-
El
tiempo
de
Cuaresma
es,
esencialmente,
un
tiempo
“catecumenal”.
Los
tres
evangelios
de
los
domingos
de
Cuaresma
del
Ciclo
A
son
los
evangelios
propios
del
catecumenado
bautismal
como
proceso,
que
conduce,
paradigmáticamente,
al
bautismo
de
los
catecúmenos
en
la
Vigilia
Pascual.
Pero
este
proceso
catecumenal
no
es
propio
únicamente
de
los
catecúmenos
adultos
(cada
vez
más
presentes
en
nuestra
sociedad)
sino
de
los
mismos
cristianos
bautizados,
de
modo
que,
tal
como
afirmaban
los
obispos
de
Francia
en
su
Carta
de
1996
(“Proponer
la
fe
en
la
sociedad
actual)”,
todos
debemos
estar
permanentemente
“en
estado
de
iniciación”.
Por
todo
ello,
bueno
sería,
en
esta
Cuaresma
2014,
transformar
la
“crisis”
en
oportunidad
para
recuperar
el
sentido
de
la
“vida
buena”
del
Evangelio
rehaciendo,
al
mismo
tiempo,
el
camino
de
nuestro
bautismo,
ya
recibido
y
actuante,
en
un
proceso
de
vivificación
progresiva,
y
de
una
oferta
de
vida;
una
oportunidad,
en
seguimiento
de
Jesús,
frente
a
las
situaciones
negativas
por
las
que
atravesamos
a
nivel
socio-religioso,
colectivo
y
persona.
El
Miércoles
de
Ceniza
se
presenta
como
una
oportunidad
para
NUESTRA
DEBILIDAD,
porque
llevamos
nuestro
tesoro
(la
nueva
vida
del
Bautismo)
en
vasijas
de
barro.
Una
oportunidad
para
rehacer
lo
que
supone,
para
nuestra
vida
cotidiana,
el
camino
de
nuestro
bautismo
en
medio
de
las
frágiles
circunstancias
en
las
que
vivimos.
Jesús,
tras
su
bautismo
en
el
Jordán,
entra
en
un
proceso
personal
de
interioridad.
Jesús
se
retira
al
desierto
y
replantea
su
vida
y
su
misión
desde
la
incertidumbre,
sopesando
las
ofertas
que
la
vida
le
ofrece.
La
estancia
de
Jesús
en
el
desierto
se
convierte,
así,
para
nosotros,
en
una
oportunidad
para
LA
INTERIORIDAD,
para
hacer
un
alto
en
el
camino
y
preguntarnos
por
nuestro
propio,
incierto
y
tentado
caminar.
El
horizonte
se
cierra
ante
nosotros.
Vivimos
el
presente
sin
esperanza
de
futuro.
Jesús
entrevé
su
camino
de
incomprensión,
persecución,
pasión
e
incluso
muerte.
Y,
en
medio
de
la
incertidumbre,
experimenta
el
gozo
de
una
presencia
llena
de
luz,
que
le
invita
a
la
esperanza
y
le
da
nuevo
impulso
para
cumplir
su
misión,
a
pesar
del
presente,
inevitable
desde
la
fidelidad.
Jesús
transfigurado,
para
él
y
sus
amigos
–Pedro,
Santiago
y
Juan
(todos
nosotros)-
se
convierte
en
una
oportunidad
para
ENSANCHAR
EL
HORIZONTE
de
nuestras
expectativas.
Una
oportunidad
para
superar
la
desesperanza
que
siempre
nos
acecha.
Llevamos
dentro
de
nosotros
el
tesoro
de
la
esperanza,
que
nace
de
la
vida
nueva
del
bautismo,
para
comunicarlo
al
mundo,
aunque
sea
vivido
en
vasijas
de
barro.
Siguiendo
los
pasos
de
Jesús,
en
el
fondo
de
una
cultura
de
la
satisfacción
inmediata,
siempre
insatisfecha,
Jesús
le
ofrece
a
la
samaritana
–y
a
nosotros-
una
oportunidad
para
BEBER
UN
AGUA
DIFERENTE
y
para
preguntarnos
en
qué
manantiales
bebemos
para
satisfacer
la
sed
de
vida
que
siempre
nos
acecha
en
el
fondo
de
todo
lo
que
elegimos
en
búsqueda
de
la
felicidad,
ajenos
e
insensibles
muchas
veces
a
las
necesidades
de
los
otros
–lo
“mío”
es
lo
que
“me”
importa-.
El
agua
del
bautismo
es
agua
de
vida
nueva,
abierta
a
los
demás
por
encima
de
nuestras
falsas
necesidades
egocéntricas.
Jesús
devuelve
la
vista
al
ciego
de
nacimiento
y
nos
ofrece
una
oportunidad
para
ABRIR
LOS
OJOS
para
una
nueva
jerarquía
de
valores
agudizando
nuestra
mirada.
Nuestro
modo
de
mirar
es
el
modo
de
mirar
del
Espíritu
de
Cristo
que
nos
habita.
No
podemos
seguir
cegados
a
la
vida,
porque
la
llevamos
dentro.
Somos
sembradores
de
“vida
buena”.
Al
final
de
todo,
es
el
amor,
vivido
en
la
amistad,
como
la
de
Jesús
y
Lázaro,
quien
se
convierte
para
nosotros
en
oportunidad
para
UN
NUEVO
TEJIDO
DE
RELACIONES
capaces
de
generar
vida
de
gratuidad,
de
reconciliación
y
de
esperanza,
porque
el
futuro
es
posible.
Interioridad,
nuevos
horizontes,
una
fuente
nueva
de
agua
viva,
nuevos
ojos
para
otro
mundo
de
valores
y
el
amor
más
profundo
capaz
de
descentrar
la
vida,
son
una
oferta
de
OPORTUNIDADES
para
otra
vida
todavía
posible
y
transformarla
en
nuevas
relaciones,
en
nuevas
estructuras,
en
nuevo
modo
de
vivir,
como
testimonio
también
de
la
VIDA
BUENA
del
Evangelio,
anuncio
de
BUENA
NOTICIA
para
nosotros
y
para
la
sociedad
incierta
y
convulsa
en
la
que
estamos.
La
Cuaresma
es
signo
de
oportunidad
desde
una
vivificación
progresiva,
que
culmina
acompañando
a
Jesús
en
el
misterio
de
su
Pascua
y
nuestra
Pascua.
Tiempo
pascual-bautismal-penitencial-eclesial
que
nos
sitúa,
vivido
como
testimonio
personal
y
comunitario,
como
germen
y
sacramento,
profecía
del
mundo
nuevo
soñado
por
Dios
en
Jesús
y
presente
ya
en
el
mundo
por
el
Espíritu.
(Revista HOMILÉTICA, Sal
Terrae, 2014/2, pp 5-7)
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