dissabte, 8 de desembre del 2012

Immaculada Concepció de Maria

IMMACULADA CONCEPCIÓ DE MARIA

 Maria va dir:
-Sóc l'esclava del Senyor: 
que es compleixin en mi les teves paraules.
I l'àngel es va retirar.     (Lc 1,38)
 
Maria de les nits estrellades
        ensenyeu-nos a mirar a través dels vostres ulls.
Maria del cel blau i net
        ensenyeu-nos l'amabilitat i la joia de donar-nos.
Maria e les valls i les muntanyes
        ensenyeu-nos a contemplar les obres de Déu.
Maria dels boscos i les prades
        ensenyeu-nos de conviure en la pau.
Maria de l'ordi i del blat,
        ensenyeu-nos de treballar i d'agrair.
Maria de la solitud i del desert,
        ensenyeu-nos d'acollir i de pregar.
Maria de les flors i els fruits,
        ensenyeu-nos la senzillesa en el bon obrar.
Maria de la quietud i de la serenor
        ensenyeu-nos d'escoltar i de saber esperar.
Maria, noia de Natzaret,
        ensenyeu-nos la solidaritat i el perdó.
Mare de l'amor més clar,
       ensenyeu-nos d'estimar Déu i el proïsme.

EN MANOS DE DIOS


En el día de la Inmaculada debemos aprender bien esto: el ser humano que se abandona totalmente en las manos de Dios no se convierte en un títere de Dios, en una persona aburrida y conformista: no pierde su libertad. Sólo el ser humano que se pone totalmente en manos de Dios encuentra la verdadera libertad, la amplitud grande y creativa de la libertad del bien. El ser humano que se dirige hacia Dios no se hace más pequeño, sino más grande, porque gracias a Dios y junto con Él se hace grande, se hace divino, llega a ser verdaderamente él mismo. El ser humano que se pone en manos de Dios no se aleja de los demás, retirándose a su salvación privada: al contrario, sólo entonces su corazón se despierta verdaderamente y él se transforma en una persona sensible y, por tanto, benévola y abierta.

                                                          (Benedicto XVI, Hom. 08-12-2005)



Todo estaba pendiente de tu boca,
como si Dios mismo tuviera que pedir permiso...
Tu palabra sería la segunda palabra,
que recrearía el mundo estropeado,
como un juguete muerto
que vuelve a latir súbitamente.
Tú pondrías en marcha otra vez la ternura,
orilla virginal de la palabra,
Niña del sí, preñada del Verbo,
sin la más leve sombra del NO.
A Dios tú le hacías dichoso
y tu corazón se abría como una playa humilde,
sin diques ni barreras.
Y en la arena sumisa de tu carne
el mar de Dios entraba enteramente.”
(Pedro Casaldáliga)


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